Futuro

Tendencias en diseño para 2019

Portada del informe de tendencias en diseño de Fjord

 

Los últimos días del año suelen ser un buen momento para hacer balance de lo que ha sucedido en los meses anteriores y esbozar previsiones para el año venidero. Como hemos hecho en años anteriores, describiendo las tendencias en diseño para 2017 y 2018, lanzamos algunas reflexiones acerca de las tendencias que han marcado el diseño en este año y las que previsiblemente determinarán el diseño en 2019.

Si en 2018 hemos visto una mayor atención al usuario y a las complejidades de aplicar el diseño al mundo real (tras el entusiasmo por los mundos virtuales que ha marcado el diseño en años anteriores), con la irrupción de los asistentes de voz y en general la aplicación de la Inteligencia Artificial a las interacciones entre humanos y máquinas, en 2019 se espera una continuación de esta tendencia que además incorpora nuevas exigencias tanto a nivel de la personalización de los productos como del uso de los datos de los usuarios. El diseño también pasa progresivamente de centrarse en un único producto a buscar un planteamiento holístico, que por una parte integra al producto en un ecosistema y por otra considera al usuario como parte de una comunidad y como un individuo más completo (y complejo) de lo que pueden sugerir unos meros datos estadísticos. En los siguientes apartados veremos estas tendencias con más detalle, a partir de las aportaciones de diversos expertos e investigadores.

Diseño y mindfulness

Es una realidad que vivimos pegados a las pantallas de los dispositivos digitales que empleamos a diario, y más aún que los propios productos y servicios que empleamos buscan crear adicción. A lo largo de este año se ha hecho patente que un número cada vez mayor de usuarios se sienten angustiados y exhaustos ante la continua demanda de atención por parte de apps y redes sociales. Según se indica en el informe sobre tendencias en diseño de 2019 de la consultora Fjordun 63% de los escolares británicos afirman que les gustaría que las redes sociales no se hubiesen inventado nunca. En este blog hemos tratado acerca de los dark patterns o “patrones oscuros,” diseñados para engañar a los usuarios y forzarlos a escoger opciones que benefician a la empresa que suministra el producto o servicio, así como los bucles sin fin que según el investigador y teórico de los medios Tim Wu crean las redes sociales para asegurarse nuestra fidelidad como consumidores y productores de contenidos. Estrategias deshonestas y la constante demanda de atención han llevado a un número creciente de usuarios a desconectarse de servicios que les consumen mucho tiempo y no aportan experiencias significativas. Iniciativas como The Center for Humane Technology buscan concienciar acerca de los peligros de la adicción a las redes sociales y los smartphones y proponen soluciones para desconectar. Grandes empresas como Apple y Google han integrado en sus dispositivos herramientas que permiten a los usuarios controlar y evaluar su tiempo de uso, o incluso limitarlo.

En este contexto, se imponen las soluciones que combaten la distracción y se centran más claramente en un uso principal de cada dispositivo, producto o servicio, con un diseño más sencillo y minimalista. Un ejemplo de ello es The Light Phoneun teléfono que reduce las funciones del smartphone a las de un simple teléfono, con una pantalla de tinta electrónica, un tamaño más reducido y funciones muy limitadas. Este “segundo teléfono” busca ser un complemento del smartphone y emplearse únicamente para hacer llamadas, con lo cual impide ser consultado compulsivamente. De manera similar a FreeWrite, la máquina de escribir digital que reduce las funciones de un ordenador portátil a un único uso (y también emplea una pantalla de tinta electrónica), este dispositivo combate lo que Don Norman denomina “featuritis” centrando el producto en la realización de una única tarea (ya sea llamar por teléfono o escribir) de la manera más cómoda y sencilla posible. Según señala el informe de Fjord: “los dispositivos multifuncionales con pantallas nos generan distracción y depresión. Por ello, es tal vez inevitable que la tecnología más sencilla y que reclama menos atención esté experimentando un resurgimiento.” Todo esto lleva a repensar el diseño de productos y servicios, prestando atención a las necesidades de los usuarios sin pretender convertirlos en cautivos ni requerir su atención y participación constantemente. Albert Shum, Vicepresidente corporativo de diseño en Microsoft, afirma que el retorno a la atención y la claridad mental marcarán la principal tendencia de diseño en 2019, a la vez que se plantea una cuestión ética para los diseñadores: “¿Realmente necesitamos un millón de apps nuevas cada año?¿Necesitamos diseñar para la participación constante de los usuarios?”“Necesitamos movernos por los rincones oscuros de la experiencia de usuario?.”

Diseño sostenible y emocionalmente duradero

Estas filosofías del diseño tienen ya un largo recorrido pero resultan cada vez más necesarias en un mundo que se ahoga en su excesivo consumismo. Los efectos del cambio climático se hacen evidentes y ante la inactividad de los gobiernos, los ciudadanos sienten que deben asumir un papel activo como consumidores que reclaman mejores productos, fabricados con procesos y materiales que respeten el medio ambiente, diseñados para durar y no para usar y tirar. El creciente rechazo al plástico, en particular al de un sólo uso, fuerza a las empresas a adoptar mejores diseños de packaging que empleen alternativas al plástico o sepan aprovechar plásticos reciclados. Los consumidores esperan que las empresas sean conscientes del impacto medioambiental de sus productos y tomen medidas para remediarlo, participando de una economía circular que no sólo se centra en un crear un producto y dejarlo en manos del comprador, si no que tiene en cuenta cómo puede desecharse y reutilizarse. Por una parte, se trata de lograr una producción más limpia y pensada en la reutilización, que a su vez debe saber comunicarse al usuario de una manera clara y efectiva (no con eslóganes vacíos, si no con datos). Por otra parte, se trata de crear productos duraderos con los que el consumidor querrá además establecer una larga relación, para lo cual es preciso diseñarlos de manera que se basen en valores estables en lugar de seguir modas pasajeras. Nina Faulhaber Meg He, fundadoras de la plataforma de comercio electrónico ADAY, dedicada al vestuario de diseño sostenible, afirman que en este año y los venideros “el diseño de producto será más consciente [del impacto medioambiental] y los diseñadores diseñarán pensando en la calidad y la longevidad, más que en las tendencias.” Esto se logrará, afirman, con un mayor enfoque en la funcionalidad, el confort y el buen diseño.

La sostenibilidad debe ser un factor esencial de cada producto y no un mero añadido, lo cual implica reconsiderar todo el proceso de producción y la vida del producto más allá de su venta. También, a medida que los consumidores decidan cambiar sus hábitos diarios para adoptar un estilo de vida más sostenible, las empresas deberán adaptarse a sus nuevas necesidades y responder a una dinámica de uso del producto que no se centra únicamente en el acto de comprar, si no que debe proporcionar una experiencia positiva cuando sea necesario rellenarlo, intercambiarlo o reciclarlo. El producto sostenible debe ser tan deseable, cómodo y asequible como los productos que no respetan el medio ambiente. Para ello, el diseño de los productos debe tener en cuenta cómo aprovechar al máximo el reciclaje, cooperar con otras empresas y productores y también saber explicar al consumidor los beneficios del producto, incluso sin basar su estrategia en el hecho de que es sostenible.

Diseñar para la transparencia

Otro de los temas más candentes de 2018 han sido los múltiples escándalos vinculados al uso de los datos de los usuarios en redes sociales y otras plataformas, incluyendo el robo masivo de datos personales y la manipulación de la información que recibe cada usuario en función de su perfil personal. Hoy en día, la mayoría de las personas emplean las redes sociales y otros servicios digitales con una mayor desconfianza hacia los proveedores de dichos servicios y una poco definida idea acerca del uso que se hace de sus datos. Este ha sido otro de los factores que ha conducido a muchos usuarios a desvincularse de las redes sociales, por lo cual es imperativo generar confianza en los usuarios aclarando qué uso se hace de sus datos y qué beneficios obtienen a cambio. La implantación del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) ha forzado a las empresas a obtener el consentimiento explícito de los usuarios en el uso de sus datos, así como facilitarles la capacidad de acceder, modificar y eliminar dichos datos. Al mismo tiempo, se impone la obligación de emplear únicamente aquellos datos que son necesarios para el servicio obtenido, lo cual se traduce en lo que los investigadores de Fjord denominan “minimalismo de datos,” es decir centrar la recolección de datos en esa cantidad mínima viable para el funcionamiento del producto o servicio que se facilita al usuario. Este uso transparente de los datos mínimos necesarios es una de las tendencias que marcarán el diseño de productos y experiencias de usuario durante 2019.

Además de limitar el uso de datos, será necesario asegurarse que los datos recogidos se conservan de forma segura y se eliminan tras su uso, cumpliendo así con el RGPD pero también evitando posibles robos de datos que supondrían una imagen muy negativa para la empresa afectada. El diseño de productos y experiencias de usuario debe apoyarse, por tanto, en una infraestructura sólida y a la vez facilitar a los usuarios toda la información acerca del uso de sus datos de manera sencilla y clara, enfatizando los beneficios para el usuario y aportando herramientas que les permitan modificar o actualizar dichos datos cuando sea necesario a fin de personalizar al máximo su experiencia.

Más allá del contexto del usuario individual, en los espacios públicos se incrementará el uso de datos generados por el conjunto de los ciudadanos, ya sea como conductores, peatones, usuarios de transportes públicos o de otros medios de locomoción personal, tales como bicicletas o patinetes eléctricos. Los objetos conectados serán clave en la configuración de las ciudades inteligentes, y en este contexto el diseño de los productos destinados al espacio público se enfrentará a nuevos retos. También aquí será necesario establecer un uso minimalista de los datos y se abrirán oportunidades para crear productos que interactúen con los objetos conectados repartidos por la ciudad, recogiendo y suministrando datos para generar una interacción entre el individuo y la ciudad en tiempo real.

Personalización e inclusión

Las personas no somos únicamente un conjunto de datos o una franja de población en una estadística. Los productos de la web 2.0 nos han enseñado a vernos reflejados en nuestros perfiles en redes sociales, en lo que escogemos y compramos. Las plataformas de entretenimiento y comercio electrónico nos ofrecen productos en función de nuestras preferencias. Por ello, esperamos una máxima personalización en nuestras experiencias de usuario y esto es algo a lo que las empresas deben prestar especial atención. Ya no es suficiente con agrupar a los consumidores en rangos demográficos, es preciso atender a sus intereses y necesidades independientemente de otros factores más genéricos. A esto se suma una creciente demanda de inclusión de los grupos marginados o ignorados por las visiones etnocéntricas y estereotipadas de la sociedad que a menudo aplican las empresas al dirigirse a los consumidores. Un mensaje que refleje una visión muy limitada de un colectivo genera un rechazo inmediato a la marca, por lo cual las empresas deben prestar mucha más atención a la manera en que se dirigen al público.

Al mismo tiempo, es preciso que el diseño sea inclusivo y tenga en cuenta un amplio espectro de discapacidades que pueden afectar a la experiencia de usuario, ya sean a nivel visual, auditivo o de capacidad motriz. Crear interfaces intuitivas, con elementos claramente reconocibles, microinteracciones que contribuyan a comunicar el sentido de las acciones posibles o realizadas y facilitar algo tan sencillo como hacer zoom en una imagen o un texto es cada vez necesario y, al igual que ocurre con la sostenibilidad, es un requisito y no un accesorio.

En suma, las tendencias principales que hemos descrito indican que se está produciendo un cambio en la relación entre las empresas y los consumidores, dentro del marco de un mayor respeto hacia el usuario y sus necesidades, así como al medio ambiente, ampliando el enfoque del diseño hacia un sistema que tiene en cuenta tanto el producto como al consumidor, el ciclo de uso, los procesos de producción y reciclaje, y finalmente todos los elementos que intervienen en este ecosistema.

 

 

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