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Diseñando el mindfulness digital

En esta era de la distracción, vivimos constantemente atentos a nuestros dispositivos móviles, pendientes de notificaciones, noticias, actualizaciones, novedades, likes y otras interacciones con las redes sociales y las apps que se acumulan en la pantalla, superando la propia capacidad de almacenamiento del aparato hasta el punto de necesitar funciones como el borrado automático de las apps menos usadas para hacer espacio a las nuevas. Ante esta evidente situación de saturación de nuestra limitada atención, son cada vez más las voces que denuncian la manera en que las grandes empresas nos acosan con notificaciones pensadas para incrementar el uso de sus servicios y reclaman una interacción más tranquila y menos estresante con nuestro entorno digital.

A principios del verano, tanto Google como Apple anunciaron medidas para hacer que sus dispositivos sean menos adictivos, respondiendo así a esta situación y procurando el rechazo que pueden sentir los usuarios hacia las empresas y sus dispositivos a medida que notan como sus vidas son más estresantes por culpa de los smartphones y las redes sociales. En mayo, Google afirmó que el 70% de sus usuarios necesitan herramientas que les ayuden a llevar una vida digital más equilibrada con el día a día en el mundo real. El programa Digital Wellbeing se centra en “facilitar herramientas y recursos que ayuden a las personas a entender mejor su uso de la tecnología, centrarse en lo más importante, desconectar cuando sea necesario y crear hábitos saludables para toda la familia.” Entre las herramientas que han introducido hay un panel de control que muestra el uso del dispositivo, especifica a qué apps se ha dedicado más tiempo y mantiene un registro a lo largo del tiempo para mostrar al usuario cómo ha evolucionado su uso del mismo. Otra función interesante es Shush, un modo silencioso que se activa al poner el smartphone boca abajo sobre una mesa u otra superficie. Wind Down se activa por la noche y va un poco más allá de la función que ya existe en Android e iOS (reducción de la luminosidad y tono amarillento) para pasar todos los contenidos de la pantalla a un modo de escala de grises.

Por su parte, Apple anunció en junio varias nuevas funciones disponibles en el sistema operativo iOS 12, tales como una actualización del modo No molestar que cambia la pantalla de notificaciones a un modo oscuro y puede activarse y desactivarse automáticamente en combinación con eventos del calendario (un almuerzo importante, una reunión) o al encontrarse en determinado lugar. Esta capacidad de responder al contexto también implica permitir que el smartphone recopile más datos acerca del usuario, sus actividades y su localización geográfica. Las notificaciones quedan ahora agrupadas, para evitar que el teléfono suene incesantemente con cada nuevo mensaje, y también se introduce una función de Siri que permite recibir sugerencias de desactivación de notificaciones de apps que no se usan habitualmente. Al igual que hace Google, Apple ha introducido un panel de control, Screentime, que muestra las estadísticas de uso de las distintas apps y agrupa dicho uso en diferentes categorías, tales como “redes sociales,” “entretenimiento” y “productividad.” También es posible ahora limitar el tiempo de uso de una app, con lo cual el dispositivo registrará el tiempo que se está empleando y bloqueará su uso temporalmente una vez se ha sobrepasado el límite establecido.

Las medidas que han tomado estas grandes empresas para hacer conscientes del uso de nuestros dispositivos parece contradecir su propio modelo de negocio, puesto que es precisamente de nuestra adicción a los aparatos y los servicios que nos proporcionan de donde provienen sus beneficios. La existencia de los “falsos bucles” que crean las redes sociales y denuncia Tim Wu es un buen ejemplo de ello. Pero también es cierto que si bien se puede fustigar al caballo para que corra más, no se le puede llevar a la extenuación o la muerte porque entonces deja de servir a su propósito. Esto quiere decir que las empresas se han dado cuenta de que no pueden dejar que la experiencia de los usuarios sea negativa y que el uso de los smartphones y redes sociales se convierta en algo agobiante que lleve finalmente a buscar una desintoxicación digital total. A fin de seguir teniendo usuarios felices (y mentalmente sanos, al menos en la medida de lo posible), Google, Apple, Facebook y otras tantas empresas deben facilitar herramientas y consejos que eviten los casos más extremos y ayuden a mantener una vida digital equilibrada.

Esta transición hacia el mindfulness digital también responde a la aparición del Center for Humane Technology (CHT), una iniciativa liderada por profesionales vinculados a las empresas de Silicon Valley tales como Tristan Harris, ex-director de Ética del Diseño en Google, el inversor Roger McNamee, el ex-director de UX en Mozilla Aza Raskin Lynn Fox, ex directora de comunicación de empresas como Apple, Google, Twitter y Lucasfilm, entre muchos otros. En su manifiesto, el colectivo señala los problemas que crea una industria centrada en captar nuestra atención y no escatima críticas hacia las grandes empresas:

“Por desgracia, lo que mejor capta nuestra atención no es lo mejor para nuestro bienestar:
– Snapchat convierte las conversaciones en rachas, redefiniendo la manera en que nuestros hijos miden la amistad.
– Instagram glorifica una vida perfecta en imágenes, erosionando nuestra auto estima.
– Facebook nos segrega en burbujas de consenso, fragmentando las comunidades
– YouTube reproduce automáticamente el siguiente vídeo en unos segundos, aunque ello nos quite el sueño.
No son productos neutrales.
Son parte de un sistema diseñado para hacernos adictos.”

A diferencia de la manera en que la radio, la televisión o los periódicos nos han querido captar y manipular en el pasado, según indican los responsables de CHT hoy en día las empresas disponen de mucha más información acerca de cada usuario, tienen acceso a él durante todo el día (gracias a los dispositivos móviles y la ubicuidad de nuestros perfiles de usuario), pueden personalizar contenidos de una forma que no tiene precedentes y también jugar con las personas de nuestro entorno social. Las medidas para el cambio son básicamente cuatro:

  1. Inspirar un diseño humanitario, que ofrezca al usuario una experiencia diferente, más respetuosa, y que no haga que los smartphones se comporten, como muchas veces se ha criticado, como tragaperras de Las Vegas.
  2.  Aplicar presión política para que los gobiernos marquen límites a lo que las grandes empresas pueden hacer.
  3. Crear un despertar cultural que lleve al público a exigir productos que no les conviertan en adictos y a controlar la manera en que sus hijos se ven expuestos a los contenidos digitales.
  4. Involucrar a los empleados de las grandes empresas para que participen en la creación de productos e interfaces que no aparten al usuario de su vida cotidiana y la conexión con su entorno.

De momento, los pasos que han dado Google y Apple van en una de las direcciones propuestas por CHT, si bien no han cambiado realmente el diseño de sus dispositivos y dejan en manos del usuario la responsabilidad de lograr un uso equilibrado del mismo. En cierto modo, parecen más bien una serie de medidas tomadas para evitar acusaciones y pleitos que una auténtica reconsideración de lo que deberían ser sus productos y servicios, cómo afectan a la población y qué formas de cambio reales deberían adoptarse. El camino hacia el mindfulness digital, de momento, sólo ha logrado que las grandes empresas hagan suyo este concepto y sigan afirmando que crean productos para hacer que el mundo sea mejor.

 

Referencias

Pardes, A. (2018) Quality Time, Brought to you by Big TechWIRED, 31 diciembre 2018.

Wilson, M.(2018a) Google’s Plan To Make Tech Less AddictiveFastCompany, 9 mayo 2018.

–– (2018b). Apple’s plan to make its design less addictiveFastCompany, 4 de junio 2018.

–– (2018c). Google Wants to Make JOMO HappenFastCompany, 6 agosto 2018.

 

 

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