El diseño web tiene que ser sostenible
Joana Moll, DEFOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOREST
Mozilla ha publicado recientemente su Informe de Salud de Internet 2018 (Internet Health Report 2018), disponible en castellano y en otros idiomas, en el que ofrece un balance de cuán “saludable es Internet […] desde una perspectiva humana.” El informe se centra en cinco temas principales: Privacidad y seguridad, Apertura, Inclusión digital, Alfabetización digital y Descentralización. Estos temas abordan diferentes aspectos del impacto de Internet en la sociedad, buscando una perspectiva crítica con el control que actualmente ejercen las grandes empresas y la percepción de Internet como un espacio libre e igualitario en el que simplemente accedemos a servicios gratis, nos comunicamos y nos divertimos.
Si bien los diferentes apartados del informe son todos particularmente interesantes (y tienen el valor añadido de haber sido redactados para el público general, de una forma clara y accesible), destacamos en esta ocasión un breve artículo que aparece entre las lecturas recomendadas del apartado Descentralización. Titulado “Internet usa más electricidad que…” este artículo destaca el impacto medioambiental del uso de Internet, acrecentado en los últimos años por el imparable aumento del número de usuarios y también el incremento del uso de recursos en línea, impulsado por la tendencia a ofrecer servicios “en la nube” y compartir contenidos en las redes sociales. A esto se suman dos tendencias preocupantes, por una parte la carrera por obtener criptomonedas, que requiere grandes recursos de computación y genera un enorme consumo de energía eléctrica; por otra parte, el desarrollo del Internet de las cosas implica que un número cada vez mayor de objetos se conectarán a Internet (según un informe de CISCO, habrán más de 37.000 millones de objetos conectados en 2020) y por tanto generarán un mayor gasto de electricidad. Según indica el informe de Mozilla, citando un artículo publicado en The Guardian, actualmente los centros de datos que hacen posible nuestro uso de Internet contaminan tanto como el conjunto de los aviones que despegan a diario en todo el mundo. El informe centra la responsabilidad de este impacto medioambiental en nuestro uso diario de Internet:
“Cuantos más correos electrónicos enviamos y archivamos, más televisión y música transmitimos, y mientras más Google Docs editamos – más dispositivos, servidores y antenas se necesitan para satisfacer nuestra creciente y aparentemente ilimitada sed de datos. Internet mejora el rendimiento energético de muchas industrias no digitales. Pero estamos conectando a tantas personas y objetos ahora que, según algunas predicciones, las tecnologías de comunicación global serán responsables de más emisiones de dióxido de carbono en 2025 que cualquier país, menos China, India y Estados Unidos.”
Esta realidad se viene señalando desde hace años en diferentes maneras. Uno de los ejemplos más claros y creativos de visualización del impacto de Internet en el medio ambiente lo encontramos en los proyectos de la artista Joana Moll, quien denuncia en CO2GLE este aspecto tristemente material de nuestras comunicaciones digitales tomando como ejemplo las visitas al buscador Google. Según calcula Moll, “el 40% de la huella de carbono de Internet puede atribuirse al diseño de un sitio web […] Google.com es el sitio más visitado de Internet y pesa unos 2Mb. El sitio procesa una media de 47.000 solicitudes cada segundo, lo cual supone unos 500kg de CO2 por segundo.” La artista expresa esta cifra por medio de una sencilla página web que muestra la frase “Google.com ha emitido x kg. de CO2 desde que has abierto esta página.” La cantidad de CO2 crece rápidamente, y resulta ciertamente agobiante observar como aumenta sin parar. Incluso si cerramos la página, sabemos que la emisión de CO2 continúa inexorablemente.
Joana Moll, CO2GLE
DEFOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOREST, otro proyecto de Joana Moll, plantea un cálculo diferente a partir de los mismos datos. En este caso se trata de mostrar el número de árboles que son necesarios para absorber el CO2 generado por Google cada segundo. Suponiendo que un árbol puede absorber 21,77kg de CO2 cada año, la artista establece que son necesarios unos 23 árboles nuevos cada segundo. La imposibilidad de esta reforestación masiva, que se muestra virtualmente en un bosque de diminutas imágenes de árboles que no tiene fin, sugiere una reflexión acerca del impacto de nuestro uso de los servicios de Internet en una forma fácilmente comprensible. Moll propone así combatir la “noción perezosa” de que todo está, simplemente, conectado, sin tener en cuenta las implicaciones materiales de dicha conectividad.
Una vez entendido el coste medioambiental de nuestros clics diarios, es preciso emprender acciones. La más obvia, tal vez, es no adquirir más productos conectados de los que realmente necesitemos (¿tan necesaria es una bombilla que puede encenderse y apagarse desde el móvil?¿no es suficiente poner un temporizador en el enchufe?). Otra opción es procurar usar el “tema oscuro” en sitios como YouTube o Blackle (una versión del buscador de Google con el fondo negro) para contribuir a reducir el consumo de energía, dado que el fondo blanco de la mayoría de sitios web hace que las pantallas gasten más electricidad al emitir más luz. Pero son sobre todo las grandes empresas y diseñadores de sitios web quienes deben adoptar medidas para reducir la huella de carbono de Internet. Greenpeace lleva ya 8 años solicitando a las empresas que empleen energías renovables en sus centros de datos y publica el informe ClickClean, en el que establece un ranking de uso de energías limpias con el fin de concienciar a los usuarios.
A nivel de los diseñadores, es posible crear webs e interfaces más sostenibles siguiendo una serie de consejos. La plataforma Sustainable Web Design propone estos cuatro principios básicos:
- Hacer que el contenido sea fácil de encontrar: cuanto más fácil sea encontrar el contenido, menos páginas deberá visitar el usuario. Sumando los millones de visitas de las webs más populares, se puede reducir su impacto medioambiental.
- Optimizar el rendimiento de cada página: si el sitio web es eficiente, requiere menos energía tanto en el servidor como en el ordenador del usuario y se reduce el consumo de electricidad.
- Diseño accesible y adaptado: un sitio web adaptado a diferentes plataformas carga sólo los contenidos necesarios en cada dispositivo, lo cual evita un gasto innecesario de energía y datos.
- Alojamiento web sostenible: alojar los sitios web en centros de datos que usan energías renovables reduce considerablemente la huella de carbono.
Otro recurso útil es el ciclo de conferencias Sustainable UX que se viene realizando desde 2016 e invita a diseñadores a compartir ideas acerca de cómo crear experiencias de usuario teniendo en cuenta su impacto medioambiental. El archivo de las conferencias puede consultarse en la web e incluye un resumen de cada intervención junto con un vídeo y enlaces a más recursos. La propia web, por supuesto, está diseñada para cargar rápidamente y consumir la menor cantidad de recursos posible.