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El “usuario centauro”: un híbrido humano-ordenador

En un artículo publicado a principios de este año en el blog de PARC (la conocida división de Xerox centrada en I+D en la que se han creado algunas de las tecnologías más comunes hoy en día), el investigador Mark Stefik reflexionaba acerca de la combinación entre inteligencia humana e inteligencia artificial en lo que denominaba “sistemas centauro,” en referencia al personaje mitológico que es mitad humano y mitad caballo. La capacidad de cálculo de los ordenadores ha demostrado hace tiempo haber superado la de los seres humanos y se ha impuesto en algunas actividades con reglas muy específicas, como el ajedrez. No obstante, el mundo en que vivimos no es tan sencillo y ordenado como un tablero de ajedrez: es complejo y caótico, lo que Stefik denomina “mundo abierto” en contraste con el juego de mesa, que constituye un “mundo cerrado.” El investigador resume las ventajas de un sistema centauro frente a otras opciones de la siguiente manera:

  • Un ordenador tiene la ventaja de trabajar con rapidez y procesar gran cantidad de datos. No obstante, las soluciones que genera son incompletas en el mundo real puesto que los datos no reproducen todas las condiciones posibles.
  • Un equipo humano tiene la ventaja que le aportan sus conocimientos y sentidos, la experiencia de vivir en el mundo real y combinar dicha experiencia en equipos interdisciplinares. No obstante, coordinar estos equipos puede resultar complejo.
  • Un equipo humano-ordenador logra los mejores resultados al combinar diversas formas de conocimiento que compensan las debilidades de cada uno. No obstante, es preciso tener más experiencia, teoría y conocimientos para crear buenos equipos entre humanos y ordenadores.

Los ordenadores, nos recuerda Stefik, son menos eficientes que las personas en lo que se refiere a las cuestiones ligadas a la vida cotidiana y se rigen por una serie de suposiciones acerca del mundo, de manera que no pueden adaptarse o improvisar. Esto es algo que pueden aportar los humanos, con su experiencia en el mundo real y su sentido común. En la investigación que se lleva a cabo en PARC, ya se están desarrollando prototipos de sistemas centauro para diferentes situaciones tales como ayudar a las enfermeras en los hospitales a gestionar varias tareas a la vez, detectar anomalías y prevenir ciberataques, o diseñar componentes en sistemas de producción. El investigador confía en que el tándem humano-máquina será cada vez más común:

“… podemos esperar ver sistemas de inteligencia artificial incorporándose a los puestos de trabajo para ayudar a los equipos humanos a mejorar su efectividad. Probablemente no será necesario llevar al ordenador a tomar algo, pero todo apunta a que muchos profesionales se verán trabajando codo con codo con ordenadores como compañeros de trabajo en los próximos años.”

Para los diseñadores centrados en la experiencia de usuario, esto supone tener en cuenta a un usuario muy diferente, no únicamente humano, sino un híbrido entre el usuario y su asistente de inteligencia artificial. Según Matthew Milan, diseñador y fundador de la empresa de innovación Normative, la combinación humano-máquina requiere un nuevo paradigma de diseño: mientras actualmente la mayoría de los productos tecnológicos se centran en el usuario y saben atender a sus necesidades cotidianas (comprar, socializarse, moverse por la ciudad), no logran comprender cómo los usuarios pueden interactuar y verse afectados por sistemas políticos, económicos, culturales, tecnológicos y sociales a gran escala. La pregunta, afirma Milan, es “¿qué ocurre cuando los ordenadores dejan de trabajar para nosotros y empiezan a trabajar con nosotros?” Un ejemplo que aporta el diseñador es Waze, una app de navegación en la ciudad que guía al usuario teniendo en cuenta no sólo su localización y la ruta más rápida, sino los desplazamientos del conjunto de usuarios de Waze, en tiempo real. De esta manera, se da preferencia al sistema por encima del usuario, pero a la vez se permite al usuario aportar información al sistema para mejorarlo: los usuarios de Waze pueden indicar cambios en las condiciones de la carretera (accidentes, desvíos provisionales, obras, atascos, etc.) y recomendar rutas alternativas. Así, la experiencia y conocimiento de los humanos contribuyen a mejorar los cálculos del sistema, lo cual repercute en una navegación más efectiva para todos los usuarios. Iniciativas como Waze plantean por tanto un sistema centauro, que lleva a los usuarios a ser a su vez “centauros” en cuanto no sólo reciben información del sistema sino que trabajan con él.

Diseñar aplicaciones para estos usuarios centauro supone un reto puesto que los humanos tienen que confiar en el sistema y estar dispuestos a aportar sus propios conocimientos. Nuevamente, el desarrollo de la tecnología ha permitido un avance para el que aún no se ha creado un marco de trabajo a nivel de diseño y que implica desplazar al usuario de su posición central en los productos tecnológicos y apostar por un nuevo tipo de experiencia de usuario que, en ocasiones, no se limitará a la interacción directa con la aplicación, sino a sus consecuencias en una situación del mundo real.

 

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